La maldita politización de todo: universidad, justicia, sanidad...
“La política es el campo de trabajo para ciertos cerebros
mediocres” (Friedrich Nietzsche)
Por lo que está sucediendo (o ha sucedido
ya) estos días con el máster de Cristina Cifuentes he leído un artículo en
elmundo.es, «El jaque mate a Cifuentes del profesor P., el mismo que derribó al rector
de los plagios», de Javier Negre, en el que se dice que hay pocas dudas que la
Universidad Rey Juan Carlos (URJC) está muy politizada: los puestos de rector,
catedráticos, etcétera, no se dan en base al mérito personal sino que son los
políticos quienes nombran al rector y, después, este tiene gran influencia para
nombrar a los distintos catedráticos.
Si solo fuera la URJC el problema sería
menor, pero en este país todo está politizado: las universidades, los
hospitales, la administración de justicia… Imagino que en el resto de las
universidades españolas sucede más o menos lo mismo.
Conozco algo mejor lo de la sanidad. Cuando
hacía la especialidad médica en el Hospital Marqués de Valdecilla de Santander,
en aquel momento uno de los mejores hospitales de España, todos sabíamos que el
doctor López Vélez, director y jefe de cirugía del tórax, iba a Madrid a buscar
a los mejores médicos que habían acabado las especialidades en los hospitales
Puerta de Hierro y La Concepción o Fundación Jiménez Díaz. Y los escogía por el
mérito, trataba de contratar a los mejores. Además, las plazas de jefes de
servicio «en propiedad» las otorgaban tribunales centrales, no del propio
centro, en base a los méritos y a la nota en los exámenes orales o escritos.
¿Qué ha sucedido después, ahora? Que los
directores de hospitales son nombrados por el consejero de sanidad de la
comunidad autónoma y a la mayoría de los jefes de servicio los nombra la
dirección con el beneplácito de tribunales autonómicos elegidos por ella.
Nombran a jefes de servicio de su cuerda, que pueden ser destituidos a criterio
arbitrario de la dirección. Se nombran habitualmente a jefes obedientes, como suelen
serlo los directores de sus superiores, que hagan lo que les diga la dirección
y si no es así los destituyen. No influye para nada el mérito. Incluso un jefe
excelente, nombrado anteriormente por méritos en una oposición, puede ser destituido injustamente
por uno de estos directores si no cae «simpático» a otros médicos del
servicio y/o los hace trabajar duro.
Y, claro, si los consejeros de sanidad fueran
personas de mérito elegirían a buenos profesionales para dirigir los hospitales,
pero como no es así eligen a sujetos afines, obedientes, mejor del mismo partido
político, y que no se salgan del guion.
Un consejero de sanidad de la comunidad de
Madrid dijo, después de dimitir o ser destituido, que para que funcionaran bien
los hospitales deberían dejar de estar en manos de los políticos. Tampoco deberían
estar en sus manos la universidad y la justicia.
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